Agroconsciencia

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Boletín 020 Octubre 2010
EDITORIAL
CONSUMIDOR CONSCIENTE
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RESUMEN DE NOTICIAS
APRENDIENDO A COCINAR
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Uno de los aspectos más importantes de vivir en el campo es enseñar la agricultura consciente, ya que en las ciudades todas las personas están acostumbradas a tener los alimentos al alcance de la mano en los supermercados, lugares en los cuales se acude masivamente a comprar sin saber nada del origen de lo que se adquiere, ni tampoco de los ingredientes artificiales o químicos que tiene la comida que se va a consumir.

La agroconciencia es una verdadera responsabilidad, y se refiere a la práctica agrícola que protege y preserva la composición natural de los productos que se cultivan. En el ámbito rural, las personas conscientes saben de la importancia que tiene este tema y por eso tratan de llevar a cabo tal empresa a la perfección. Por ello se debe tener en cuenta el cuidado tanto de la forma de cultivar las hortalizas y los vegetales -que son la base de una buena alimentación- como el estado del agua, en vista de que la contaminación del medio ambiente se ha vuelto tan extrema, que es muy difícil asegurar unas condiciones favorables para conseguir, por ejemplo, cultivos orgánicos. Lo anterior se hace indispensable debido a que la irresponsabilidad de los procedimientos utilizados en la agricultura moderna no tiene límites, así como tampoco lo tienen los desechos de las industrias y de las ciudades, los cuales son arrojados a los ríos, produciendo niveles de contaminación muy difíciles de controlar o neutralizar.

La agricultura a base de pesticidas y abonos químicos es algo que no tiene ni 100 años de antigüedad- hoy en día, en el mundo de la competencia desenfrenada, donde solamente se presta atención al resultado inmediato y al lucro, implica graves consecuencias para la salud de los consumidores. Esto se lo debemos a la acción de las empresas que cultivan la tierra y explotan los cultivos al máximo grado. Por ello la agricultura orgánica es muy importante. En Sur América todavía existen personas que han entendido plenamente los beneficios de la agroconciencia.

Adicionalmente a la problemática de los químicos aplicados a los alimentos, está la de los transgénicos. Las empresas inescrupulosamente están comprando enormes extensiones de tierra para cultivar e invadir el mundo entero con semillas alteradas genéticamente, las cuales –previamente en estado natural- han pasado a pertenecer a grupos económicos privados. Lo preocupante del asunto radica en que el impacto -lógicamente nocivo- de los transgénicos en la salud de la humanidad aún no se ha podido estimar.

Uno de los ejemplos que podemos citar es el caso de las semillas híbridas, las cuales producen grandes frutos aunque con semillas estériles, es decir, que al cultivar semillas infértiles, éstas no se podrán reproducir. Como es de suponerse, en unos pocos años las semillas originales ya se habrán perdido, se habrán muerto, y únicamente las empresas dueñas de las patentes de las semillas originales tendrán acceso a ellas, una circunstancia que dejará en claro que los monopolizadores de la agricultura serán los que dominarán y someterán países enteros. Este hecho sin lugar a dudas es tan peligroso como la inminencia de una nueva bomba atómica en el planeta.
Como se podrá deducir, la agroconciencia es la única respuesta a todo este peligro, que es análogo al consumo de los productos provenientes de la matanza de los animales.

Al ir al terreno práctico, nos encontraremos con que a través de la agroconciencia los ingenieros agrícolas pueden generar guías a todos los interesados para enseñarles todo lo que se debe saber para tener la huerta protegida. Por ejemplo, existen muchos poderosos insecticidas naturales, como el ají; también, formas de intercalar las plantas y los vegetales con otros surcos de plantas, las cuales espantan a los insectos. La flor Marigold y la misma cebolla son plantas que ayudan en el control de las plagas que atacan a las plantas.

Asimismo, hay una gran cantidad de elementos que tienen que ser manejados responsablemente, como en la permacultura, con el ánimo de tener una granja que realmente se sostenga gracias a sus diferentes productos y subproductos (los así llamados desechos, que se pueden reciclar para nuevamente producir otros productos). De esta manera el hombre, las plantas y los animales podrán vivir en una armonía sostenible. Todo eso es parte de la agroconciencia.

Podemos afirmar que la agroconciencia es la ciencia de la alimentación correcta, pues uno es lo que come; si se comen pesticidas o residuos de abonos químicos, ¿cómo se puede esperar una buena salud? ¡Se trata de algo urgente! La humanidad debería prestar más atención a esto, aunque, como ya se sabe, hasta los médicos generalmente son cómplices de la malsana forma de vivir de la humanidad, pues de lo contrario ellos ya hubieran lanzado la alarma sobre la cantidad de tóxicos que están minando la salud. Ahora bien, cuando a lo anterior se suma la cantidad de carne que come la gente, un producto que, entre otras cosas, se descompone rápidamente tan pronto los animales –mantenidos en condiciones inimaginables de insalubridad- son matados, se tiene que esperar el deterioro gradual del organismo humano. A propósito de los animales en cautiverio que serán sacrificados, éstos son alimentados con harinas de pescado y demás productos deshidratados que provienen de la misma matanza, una práctica que degenera y perjudica a los animales. Según las estadísticas en Estados Unidos existen cuatro millones de personas sufriendo del mal de Alzheimer, una enfermedad producida por el consumo de carne contaminada. “Usted es lo que come” significa que todos tenemos que conocer lo que comemos, al igual que los sitios en donde se produce lo que comemos y la manera como se preparan los alimentos.

Al pasar a otro factor, es muy importante emplear en la preparación de los alimentos endulzantes naturales; debemos endulzar con productos lo más orgánico posibles: existe la chancaca, panela o papelón, que es como se llama en diferentes partes del mundo al estado más natural del azúcar, sin refinación; aunque, es aún mejor la estevia, un endulzante que ni siquiera produce diabetes y sí tiene muchos efectos saludables. Así como podemos evitar el azúcar, en materia alimenticia existe alternativa para todo, pero el hombre desafortunadamente vive inmerso en el consumismo y no quiere reflexionar en torno a una situación que cada vez arrojará más epidemias como la gripe de las gallinas.

Es un hecho lo indispensable que es hacer una revolución en contra de las multinacionales, pero no utilizando armas, sino –como consumidores- algo más contundente: con la cuchara. La Revolución de la Cuchara consiste en rechazar los químicos en el plato, en los alimentos y, por supuesto, la sangre y los cadáveres de los animales.

Así, con estas ideas esperamos que se despierte el entusiasmo en muchas personas para abstenerse de seguir participando en la violencia contra los animales y la madre tierra, y en últimas contra nosotros mismos.

B.A.P.